Cuando termine, mi vieja carretilla pedía a gritos una foto;
“Pues sí tienes razón, pero lo haremos mañana hoy ya es muy tarde”. De mañana,
recogí las camelias caídas durante la noche, le
hice un par de fotos, y la deje un rato más a lucirse, me daba pena tirar las
camelias tan pronto a la pila de compost.
A media
mañana me encuentro a Lucas (mi perro) acorralando un mirlo, el
pájaro estaba paralizado por el miedo, lo rescate justo a tiempo yo creo a punto de darle un
yuyo. Lo acaricie y no se me ocurrió otra cosa que ponerlo a recuperarse en el mullido
colchón de camelias de la carretilla. No me separe de él y pude ver como poco a
poco se iba recuperando. Me dejo hacer
todas las fotos que quise y en un
descuido salio volando cual ave fénix
dejando un mínimo rastro de plumas y
sin darme tiempo a capturar su vuelo.
Y allí se quedo la carretilla cual fiel burrito de carga
espléndida en su madurez, como el otro lado de las camelias.
3 comentarios:
¡vaya cantidad de camelias tiene usted sembradas, señora Cris!!!
Me han gustado las fotos del mirlo asustado y la carretilla de camelias.
Te imagino ahí afanosa en el jardín, ocupada con tus flores y tus cosas... una manera genial de pasar el tiempo disfrutando.
Besos
Me ocurre algo parecido....con el viento que ha hecho estos días pasados las flores de mi camelia tapizaban el suelo....y que pena echarlas al compost.....Este año ha estado espléndida con sus flores.
Disfruto de cualquier manera con ella.Saludos.
Luisa !que alegria! al encontrar tu comentario. Un abrazo.
Publicar un comentario